Al norte de Rumanía,
en el distrito de Maramures de la región de Transilvania, nos topamos con uno de los recintos
funerarios más singulares de Europa. Nos referimos al Cementerio
Alegre de Săpânţa; una campo santo, azul y amaderado, que
transmite cierta alegría inusual en estos lugares.
En la década de los
años treinta, el artesano Ioan Stan Patras empezó a trabajar en este cementerio y
tras la Segunda Guerra
Mundial decidió dar cierta vida a las tumbas de sus paisanos.
Stan Patras, empezó a pintar de vivos
colores la madera
de roble en la que tallaba las cruces de los enterramientos; con especial
dedicación al azul, el color de los trajes de fiesta de los hombres de la
región.
Como además el artesano
conocía bien la vida de sus vecinos, decidió adornar las tumbas con anédotas,
pasajes o escenas de la vida de los fallecidos. Pequeños
poemas, algunos chascarrillos, chistes e incluso ciertos toques irónicos
salpicaban las sepulturas y evitaban el tono lúgubre, solemne y doloroso tan
habitual en la cultura de la muerte europea y cristiana.
Ahora el Cementerio Alegre de Săpânţa es uno de los
lugares más visitados de Rumanía y objeto de millones de fotos al año y es que
el viajero no se cansa de indagar en cada una de las escenas cotidianas que
albergan las fosas y en los epitafios dedicados a sus moradores.














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